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Así se siente salir de la zona de confort

Por: Paola Vides





Muchas ideas vienen a mi cabeza cuando pienso en salir de la zona de confort: cambios, nuevas etapas, nuevos aprendizajes y experiencias diferentes.


Así lo he visualizado siempre. Soy consciente de que los últimos años he estado en esa zona y ha sido un subibaja de emociones lleno de momentos difíciles y de otros muy lindos pero siempre monótonos.


En su mayoría fue cómodo pero en los últimos momentos sentía que algo no estaba bien, que tenía que hacer un cambio y que era mejor que fuese rápido para sentirme diferente. Sin embargo, no sabía lo que me esperaba al tomar la decisión.


Empecé esta nueva etapa, con miedos, incertidumbre, sin saber que quería. La única diferencia esta vez es que estaba segura de lo que, definitivamente, ya no quería en mi vida. Así me embarqué en esta nueva aventura, fluyendo con la vida y enamorandome nuevamente de ella y de mi, de mis nuevas metas, nuevos planes y nuevas personas.


Pronto me encontré viviendo cosas nuevas y sintiéndome cada vez más “viva” hasta que, la nueva realidad empezó a cobrar algunos dolores de cabeza y dificultades, como todo en la vida.


Allí empezaron las dudas. Empecé a preguntarme si había sido una buena decisión o si mejor me hubiese quedado como estaba… ¿Te ha pasado eso en algún momento?


Te has preguntado si hubiese sido mejor quedarte en dónde estabas. Quizá tu vida hubiese sido diferente, quizá ya tendrías un hijo o estarías en tu nueva casa con tus perros o en el mismo trabajo que, a pesar de darte lo necesario, ya no te hacía completamente feliz. Ya habías dado todo. En esa relación, en ese puesto, ya habías vivido lo que tenías que vivir en esa casa o ciudad y sabes que es momento de un aire nuevo.


Ese sentimiento de saber que, si te hubieras quedado ahí, no estarías feliz del todo, en que estarías sentada en la sala de tu casa, viendo una película y viendo cómo pasa tu vida, sintiéndote culpable por haberle fallado a aquella niña o niño aventurero que una vez quería salir a explorar el mundo. Pero… ¿Todo hubiera sido más fácil o no?


En cualquiera de los escenarios, hay una triste realidad que hay que aceptar… La alegría no se vive al 100 el 100% del tiempo. La felicidad es un sentimiento más profundo que no significa estar riendo todo el tiempo. Es ese sentimiento de que, a pesar de haber momentos malos, sientes paz, tranquilidad y sabes que solo es un mal momento pero no una mala vida.


Como alguien me dijo alguna vez, para poder apreciar el verde de la naturaleza, es necesario que exista el rojo, sin rojo, no hay verde, tenemos que pasar por los momentos difíciles para apreciar los buenos.

Te propongo una nueva actitud. Ser paciente, persistente y valiente. Con fe en la siguiente fase… la bonita, en la que te ríes y disfrutas. En la que dices “esto no está tan mal” o “la vida tiene su lado bueno” y ver a tu alrededor y pensar que todo valió la pena.


Lo difícil es armarte de fuerza en esos momentos en donde pareciera que te equivocaste y las cosas no van tan bien… ¿cómo hacerlo?


Aquí te dejo unas recomendaciones que a mi, en lo personal, me están sirviendo en esta etapa:


1. Recuerda porqué empezaste este cambio. Qué te motivó a querer hacerlo en primer lugar. Qué sentimientos y emociones tenías en ese momento que decidiste emprender este viaje.

2. Visualízate en ese lugar en el que estabas y piensa ¿cómo te sentiría si siguieras allí ahora?

3. ¿Cómo sabrías que lo intentaste? ¿Qué pasa si no funciona? Siempre puedes volver a empezar… cada vez será diferente y no es fácil pero, mientras tengas fe y te tengas a ti misma/o vas a poder superarlo todo y encontrar nuevos caminos.

4. Siéntete satisfecho de haber intentado algo nuevo y sobre todo rodéate o busca personas que te apoyen y que te den palabras de aliento, ¡es increíble el poder de las palabras bonitas en uno cuando llegan en el momento preciso!

5. Trata de disfrutar el camino, después de todo ya estás allí ¿no?. Siempre busca lo positivo.


Salir de la zona de confort no es fácil. Se siente extraño, se siente incómodo, incierto y no es tan lindo como me lo pintó Paola… jejeje sí, no lo es, nadie dijo que lo fuera. Pero es esa fidelidad a ti mismo es la que te tiene que motivar a convencerte de que esto era lo que había que hacer.


Pero sobre todo, ten fuerza y no temas que todo estará bien.


Con cariño,

Paola


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